Tras pasar la frontera que separa Tailandia de Laos por Huay Xai, la mejor manera de llegar a Luang Prabang (mi destino entonces) es efectuando una travesía por el Mekong.

El viaje es largo, muy largo. Se divide en dos días de unas 7 horas diarias, y la parada que efectúan los barcos para que el viajero pernocte se hace en un pequeño pueblo sin gran interés llamado Pakbeng. Los barcos lentos son rudimentarios y hay que armarse de paciencia para bajar el río del Mekong hasta llegar a puerto.


Algunas compañías organizan cruceros de lujo que, por un precio bastante más elevado, le ponen otro color a la travesía, convirtiéndola en un viaje bastante más agradable y placentero.


Tuve la suerte de poder disfrutar de uno de esos cruceros: el Luang Say Cruise. Y os aseguro que la experiencia fue bastante amena. La travesía se hace en un barco lujoso, con un buffet suculento y una comodidad absoluta. El servicio es intachable y el viaje incluye alguna parada para visitar poblados y un templo-cueva: la de los cien budas.



¿¡Y qué deciros del Lodge incluido en el viaje!? El Luang Say Lodge es una auténtica maravilla a orillas del Mekong. Naturaleza, paz, exquisitez y una calidad de servicio y gastronomía sin igual son sus señas de identidad. Recordaré mi viaje por el Mekong como una experiencia muy especial que auguraba la exquisitez de la ciudad que más me sorprendió de Asia: Luang Prabang.








Photos: iPhone 7 Plus