Todo tiene un precio. Y los viajes a Asia también. No me refiero a la parte económica (que también), sino al viaje en si. El sudeste asiático está lejos y siempre hay que contar con viajes que rondan las 16/19 horas de vuelo en los mejores de los casos.
Por eso, quiero contaros una experiencia maravillosa, que tuve la suerte de disfrutar en mi última vuelta de Bangkok.
Volaba con British Airways, una compañía que conozco muy poco (suelo volar con Qatar Airways cuando viajo a esa parte del mundo) y que os puedo asegurar que jamás olvidaré, tras probar su clase Club World.
Asiento reclinable a 180 grados, una cabina tan cómoda que no quieres que termine el viaje, intimidad absoluta, un servicio de catering que me mantuvo comiendo sin parar durante todo el vuelo (¡Qué calidad!), un minibar abierto durante todo el viaje para ir tomando snacks dulces y salados, sandwiches, fruta fresca y yogures, muchísimas películas y una tripulación adorable…¡Una pasada!
La verdad es que la diferencia entre volar en clase económica y en Club World es notable, y no solo durante el transcurso del vuelo, sino también durante los días posteriores.
Llegar descansado y bien alimentado a tu destino te ayuda a superar el jet lag y te permite llegar con toda la energía del mundo.
En cuanto al trayecto en sí, mi vuelo despegaba desde Bangkok hasta Londres Heathrow, donde hacía escala antes de volar con otro a Madrid.
El avión era un Boeing 777-200 y podéis consultar la web SeatGuru para ver como es. ¡Siempre lo hago antes de coger un vuelo!
En unos meses me voy de nuevo. ¿Destino? Tailandia, Laos e Indonesia. Esta vez, volveré a volar con Qatar Airways ¡Ya os contaré mi experiencia de vuelo!







